Aurora apretó los dientes después de haber pronunciado esas palabras.
El hombre que sonreía sabiendo que sería llamado de vuelta retiró su sonrisa y se volvió para enfrentarla.
—¿Sí, noble dama Aurora? —le preguntó.
Ella asintió con la cabeza a sus hombres y el mismo hombre que había lanzado el primer saco, lanzó otro.
El hombre lo atrapó y lo palpó.
Lo metió en su zurrón.
—Eso está mucho mejor. Y quiero una disculpa —dijo.
Ella lo miró furiosa a este hombre que la daba por sentada porque quería obtener información de él.
—¿Qué disculpa quieres? —exigió con ira.
—Tus hombres hicieron comentarios en voz alta sobre mí —dijo él—. Quiero una disculpa o me voy.
Aurora estaba desesperada y cuando la gente está desesperada, haría cualquier cosa.
—Está bien, mis hombres se disculparán contigo —se giró hacia sus hombres y les habló con fluidez en su lengua del lobo—. Este cerdo quiere que se disculpen con él, háganlo y terminen con esto.
