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—Buen trabajo, ahora salgamos de aquí —Cedric salió por la puerta, chasqueó los dedos, suavizando su magia, y se metió en la limusina que lo esperaba—. Entonces esto es lo que me darás. Primero, debes dirigirte a mí como mi Señor o Señor; segundo, si hay algo que necesite arreglo y tenga que ver con computadoras, lo harás sin preguntas; tercero, no permanecerás en esa forma. Espero que estés en forma humana para que pueda obtener lo que necesito de ti, el cuarto y último; si huyes, haré todo lo que esté en mi poder para matarte. ¿Entiendes, Annalisa?
—Sí… Entiendo —Ella levantó la mirada hacia él.
Cedric la mira, esperando que se corrija a sí misma—. Si me entiendes, entonces ¿qué olvidaste de la primera regla?
—Lo siento, mi Señor —Leah tragó mientras miraba hacia él en la jaula—. Mi Señor, ... ¿quieres que me transforme en el vehículo?
Pensando por un momento, Cedric mira a la hada: