—Por favor, señor, no es necesario que haga eso. Nosotras le ayudaremos con toda la cocina y la limpieza —el rostro de Iris está rojo como un tomate después de su arrebato—. ¡Oh! Qué impropio de mí. Lo siento —rápidamente, se tira al suelo haciendo una reverencia.
—Iris, por favor, levántate. No hay motivo para que entres en pánico. No te vamos a castigar por decir lo que piensas. Tu cocina es muy agradable... así que toma ese cumplido —Yuki sale de su silla y se agacha sonriendo mientras tiende la mano.
—Gracias por ser tan misericordiosa con esta humana. Señora, usted es la mejor. Prometo que haré todo lo que pueda —Iris toma su mano y se levanta con Yuki, luego la abraza.
—Te estaba halagando. Realmente no hay necesidad de que tengas tanto miedo. Sé que puedo ser aterrador, pero la que estás abrazando es más temible que yo —Cedric se levanta de su silla y le pasa a Yuki un pañuelo.