—Puedes llamarme Señor. Bienvenido a la familia, Royce. Te prometo que mientras me sirvas bien vivirás una vida larga y plena —Cedric extendió su mano, estrechó la del chico y sonrió—. Como puedes ver, soy un demonio y necesito sexo para sedar al demonio dentro de mí. No puedo morir, pero mi vida siempre está en peligro. Quiero que te conviertas en guardia cuando estemos circulando. Hay muchas tareas que necesito que cubras.
—Haré todo lo que requieras de mí, Señor. Veo que eres un demonio, y también un brujo de lo contrario no podrías lanzar magia para que tu ropa aparezca así. Mientras sepa lo que quieres que haga, lo haré. Ya no tengo ningún apego a los humanos —Royce miró a Cedric y sonrió débilmente.