—Él ahora está descansando en su hogar eterno. Fue quemado hasta convertirse en ceniza y soplado por la ventana. Me aseguré de que no sufriera después y de que fuera puesto a descansar en el mar. Sus cenizas están esparcidas por doquier. Nadie podrá traerlo de vuelta y causarle más sufrimiento —Cedric miró hacia ella y vio la tristeza en sus ojos—. ¿Te das cuenta de que solo era un mensajero y por eso lo dejaron ir?
—Sí, si soy yo a quien quieren entonces seré yo quien se entregue y no me detendré ante nada para matarlos a todos. ¿Les daremos lo que quieren e irrumpiremos en el lugar matando a todos y cada uno? Quiero su sangre ahora y no podré descansar hasta que esté todo muerto —Yuki mira hacia él y sus ojos son tan fríos como la noche de invierno.
—Iremos después de que Claude termine. No lo dejaré aquí pero dejaremos a Naomi y a Séphira. No quiero que estén en peligro. Será mejor para Claude también —Cedric toca su mejilla—. ¿Puedes igualar tu color de ojos al mío?