Yuki tomó el bolso y la cartera. —Gracias. Me aseguraré de mantener todo seguro en la cartera. Y en cuanto a ti, Darlene, no perderé. Tengo que mantener a mi hombre para mí sola. Nadie tiene permitido quitármelo. ¡Lo que es mío es mío! No se lo daré a nadie más. Es mío por el resto de nuestras vidas. —Puso cara de puchero a Cedric.
—No te preocupes, pertenezco a ti y solo a ti. Nunca te dejaré. Soy tuyo y solo tuyo. Ya coloqué esa marca en tu cuello derecho. Soy muy posesivo contigo. Vamos, caminaremos hasta el concurso. —Cedric, mientras su cartera estaba abierta, había pagado todo, incluida la caja que aún era un misterio. Tomó la bolsa y la caja y la sostuvo por la cintura con su otra mano.
Darlene sonrió y se inclinó en una reverencia ante ellos y después de que la puerta se cerrara, Eva caminó hacia el frente. —No te preocupes. Esa caja contenía un vestido para ayudar con el concurso.
—Madre, ¿tienes debilidad por el vampiro? —Darlene sonrió y se sentó en su silla.