—Puede que sea una maldición para algunas personas pero para mí, eres una bendición. Ahora soy tu Amo. La pequeña fortuna que pagué por ti bien lo vale —deslizó su mano por su vestido y masajeó su pecho—. Desnúdate.
Yuki tembló al contacto de Cedric. —Si esa es tu orden. No puedo desobedecer —Yuki, aún sentada en el regazo de Cedric, agarró el dobladillo del vestido y se lo quitó dejando solo un par de bragas puestas. Se inclinó hacia delante y llevó sus labios a su oído—. Soy inexperta. Nunca he tenido un encuentro sexual antes pero si aún me quieres, necesitaré tu guía, Amo —susurró en su oído.
—Eso es una sorpresa aún más agradable. Te enseñaré todo lo que necesitas saber a su tiempo —su pene se hinchaba en su traje debajo de la presión de su caliente coño. Dio un corto empujón hacia arriba y escuchó su gemido en su oído—. Llegaremos pronto así que por ahora... —la volteó sobre el asiento en una posición acostada. Llevó sus labios sobre su corazón dejándole un chupetón.
Incapaz de controlar su respuesta, Yuki gimió y tembló al tocarlo. Sus ojos finalmente volvieron a su color plateado normal. Lo miró a los ojos. —¿Puedo saber el nombre de aquel que ahora me posee?
—Mi nombre es Cedric, pero debes usar Amo cuando hables conmigo. Amo Cedric es lo más aceptable. Nombre, mi pequeña esclava. ¿Cuál es tu nombre? —Cedric se levantó de encima de Yuki.
—Amo Cedric. Mi nombre es Yuki y ahora solamente te pertenezco a ti —ella le dio una sonrisa deslumbrante. Cedric había sacado una bolsa y se la entregó a Yuki. Curiosa, Yuki abrió la bolsa y sacó un vestido. Sus ojos brillaron con el diseño. Era un vestido largo formal de sirena con hombros descubiertos en un profundo color granate. "Es absolutamente deslumbrante—Yuki deslizó lentamente la prenda de seda sobre sus piernas y su cuerpo. Le quedaba absolutamente perfecto. La marca dejada por Cedric se podía ver claramente, lo que hizo que sus mejillas se sonrojaran de carmesí—. Gracias, Amo —Yuki dijo e hizo una pequeña reverencia.
—No es nada por lo que agradecerme. Te queda excepcional —Cedric miró hacia la ventana—. Hemos llegado —la limusina se detuvo y se abrió la puerta. Cedric salió primero y luego ofreció su mano a Yuki para ayudarla a bajar—. Royce, eso será todo por esta noche —Cedric despidió a su mayordomo y condujo a Yuki por las escaleras hacia dentro—. No necesitas memorizar la distribución esta noche pero espero que conozcas tu camino en dos semanas a partir de ahora —la llevó a una habitación—. Dormirás en mis aposentos —abrió la puerta y chasqueó los dedos. La habitación se iluminó y la puerta se cerró con cerrojo—. Quítame el traje mi dulce pequeña esclava Yuki.
Yuki, asombrada por cómo se encendieron las luces y cómo la puerta se cerró con cerrojo justo después de que Cedric chasqueara los dedos, se volteó y lo miró. —No eres humano —dijo mientras se acercaba y empezaba a desabrochar su chaqueta de traje. Dejó que se deslizara al suelo y comenzó con su impoluto camisa blanca. Le quitó la camisa, pero su rostro se sonrojó de carmesí. Desabrochó su cinturón y pantalones y estos también cayeron al suelo. Yuki empezó a perder su equilibrio.