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—Yuki dejó que él la agarrara mientras la levantaba como si fuera un muñeco de trapo —dijo ella—. Ella dejó que la colgara y se burló con una sonrisa cuando el tipo no estaba mirando. Cuando sintió que él acercaba su cara a su cuello, saltó sobre él y lo mordió. Bebió su sangre y luego arrojó su cuerpo al lado mientras se lamió los labios —Eric, ¿ahora me tienes miedo?
—Eric lo vio y se quedó sin palabras —¿Sufrió mi hija?
—Traté de hacerlo lo menos doloroso posible. Ella era alguien muy dulce. Fue así como me di cuenta de que no era un sacrificio normal —dijo Yuki—. Ella era una hija maravillosa y la amaba. No estoy enfadado contigo ya que no sabías que era un alma inocente. Espero que termines con mi sufrimiento cuando ayudes al resto de los aldeanos —Eric la condujo hacia el pueblo.