—Te llamé. Quiero tu sangre —respondió después del beso que cortaba la respiración. Jadeaba—. Te dije que mi deseo es fuerte —replicó entre cada beso, que se volvían cada vez más profundos. Pasó su mano suavemente por su pecho. Oyendo cómo su sangre bombeaba a través de sus venas pero sin perder el control de sí misma. Mordió ligeramente su labio inferior con cuidado de no romper la piel. Su cuerpo temblaba de anticipación—. Amo Cedric, estás jugando con fuego.
Cedric sabía, en cuanto la miró a los ojos, qué era lo que ella quería, pero eso no le impidió besarla. Siguió besándola hasta que ella le mordió juguetonamente. «Sus ojos brillan con el deseo de beber mi sangre.» La miró de forma seductora —Me gustan los desafíos —la soltó del beso y se recostó contra el cabecero de la cama llevándola consigo. La posicionó de manera que ella pudiese acurrucarse facilitando que bebiera profundamente—. Bebe —le ordenó acercando su rostro a su cuello.
Ella permitió que él moviera su cuerpo a su antojo. Rodeó su pecho con el brazo y besó suavemente su cuello. Sus colmillos se extendieron y rompieron la piel de su cuello; comenzó a beber suavemente al principio, pero luego su garganta ardió con una sed insoportable, así que empezó a beber más profundamente. Mientras bebía, esta vez escuchó la historia de la sangre. «Esa frase me resulta familiar. Traduciendo antiguos textos vampíricos. Qué trabajo más interesante. Debería explorar de dónde viene la sangre del demonio lobo.» Bebió menos intensamente pero no se detuvo tampoco. Seguía lentamente rastreando la sangre en su cuerpo, separando las dos y siguiendo la sangre de demonio de vuelta al corazón como la fuente principal. En cuanto llegó al corazón, dejó de beber su sangre y selló la herida. Lo miró a los ojos —¿Por qué tienes un corazón de demonio?
Él le acarició la cabeza y pasó la mano por su cabello. «Debió estar bastante hambrienta para llamarme de la manera en que lo hizo. Debería preguntarle cómo funciona eso.» Notó que ella bebía mucho más lentamente. Cedric esperó a que terminara de beber. A sus palabras, la temperatura en la habitación se volvió gélida —¿Cómo sabes eso? No es algo que te haya dicho.
—Cedric, eres un brujo medio demonio. No podrías tener el corazón de un demonio de otra manera. Puedo rastrear a través de la sangre mientras bebo. Descubrí que tu corazón es de demonio de principio a fin. Puedes ocultárselo a otros, pero tu sangre no puede mentir. Tú personalmente no me lo dijiste, pero tu sangre lo cuenta todo —yacía inmovilizada bajo él —. Tus ojos son ébano del tono más oscuro en este momento. No tienes control de ti mismo en absoluto. ¿Perderás el control y me matarás ahora que lo sé? —Lo miró con suavidad. Sus muñecas comenzaban a dolerle y seguramente se magullarían.
Su agarre en sus muñecas se apretó involuntariamente —¡Qué soy ahora, un libro abierto! —Había un poder opresivo y poderoso edificándose en la habitación.
—La sangre no dice mentiras —su voz era aguda y fría. Yuki tenía más experiencia con demonios que la mayoría de las criaturas míticas vivas hoy en día —. Sabía que podría liberarse de su agarre si no hubiera estado atada con la cadena y no hubiera previsto que realmente sería un medio demonio que perdería el control de su cordura. «Joder. Tengo que hacer que se calme. No podría haber previsto esto. ¿Debería liberar mis poderes y arriesgarme a perder el control? No, si hago eso moriré. Tal vez no tenga elección.» Se concentró en liberar una fracción de su poder. Su cabello se tornó plateado y rápidamente lo pateó en el estómago —¡Suéltame antes de que pierdas la razón, Cedric!