—¡Todo! —respondió Lishang sin pensarlo dos veces—. Te daré lo que quieras con tal de que me ayudes a salir de esta prisión.
Lishang ya no quería estar en prisión. Había sido encarcelado por Xiao Tian durante dos días, pero los subordinados de Xiao Tian lo habían torturado seis veces.
Cada vez que se enfadaban por algo, desahogaban su ira torturándolo. Sabía que era su enemigo, pero, en su opinión, sus acciones eran excesivas.
Lo golpeaban, lo pateaban, lo azotaban e hicieron muchas otras cosas crueles con él. Desde su punto de vista, no tenía sentido que descargaran su ira en él cuando no era él quien los había enfadado.
Era injusto y le disgustaba mucho. Sin embargo, sabía que no podía hacer nada al respecto.
Lishang no se atrevía a imaginar lo que le sucedería si permanecía en prisión durante más de un mes. Por eso haría lo que fuera que Xiao Tian quisiera, mientras Xiao Tian estuviera dispuesto a ayudarlo a salir de ese lugar infernal.