—Guzuo, Wuji, Wuja, quiero que les den una paliza a dos personas por mí —Zi Yuhan habló mientras miraba a Guzuo, Wuji y Wuja.
—No te preocupes, señor Zi. Vamos a apalear a cualquiera que te cause problemas —Guzuo habló con arrogancia—. Luego los haremos suplicar por tu perdón.
—¡Bien! —Zi Yuhan estaba complacido después de escuchar las palabras de Guzuo.
Porque Guzuo, Wuji y Wuja eran los mejores discípulos de la escuela de artes marciales Hakken, Zi Yuhan estaba seguro de que podrían golpear a Xiao Tian y Ren Aoxu más tarde.
«Jaja. Xiao Tian, Ren Aoxu, después los haré arrodillarse ante mí».
Zi Yuhan no pudo evitar reírse en su mente al imaginar a Xiao Tian y Ren Aoxu suplicando por su perdón.
—Xiao Tian, Ren Aoxu, nos encontramos de nuevo —Zi Yuhan habló cuando estaba frente a ellos—. Hoy, los haré pagar por sus acciones de ayer. Los haré suplicar por mi perdón.
—¡Oh! ¿Eres tú? —Xiao Tian seguía comportándose de manera normal cuando vio a Zi Yuhan, Wuji, Wuja y Guzuo.