La luz de la luna iluminaba la noche silenciosa.
La lluvia de verano mojaba los caminos secos.
Dos personas estaban paradas en una lujosa cocina.
La mujer madura estaba de pie con sus pechos recostados contra la encimera del gabinete.
Su hermoso rostro se había transformado en una expresión lasciva, y se podía ver un rastro de saliva en las comisuras de su boca.
Detrás de ella, un atractivo joven se apoyaba con su torso en la espalda de la mujer madura. Aunque respiraba con dificultad, se podía ver una sonrisa satisfecha en su rostro guapo.
Si alguien los viera, sabrían instantáneamente lo que estas dos personas acababan de hacer en una lujosa cocina.
¡Sexo!
Sí. Cualquiera podría decirlo de inmediato si viera a estas dos personas porque la evidencia aún era claramente visible.
Primero, la dama madura llevaba una bata de lencería transparente y sexy sin bragas. Segundo, los pantalones del joven estaban en sus pies.
