Chao Ximeng y Chao Dong se sorprendieron gratamente cuando de repente un abogado les visitó y les dijo que los liberaría de la cárcel inmediatamente.
Por supuesto, el abogado de la familia Zhao solo liberó a Chao Ximeng y Chao Dong. No le importaron los ocho matones que golpearon a Xiao Tian porque Zhao Sheng nunca le dijo que los liberara.
Chao Ximeng y Chao Dong mostraban una expresión de felicidad cuando salían de la estación de policía.
—Xiao Tian, pronto me vengaré de ti —pensó Chao Ximeng.
Lo primero que querían hacer era vengarse de Xiao Tian.
Estuvieron a punto de ser encarcelados por más de un año, así que el odio en sus corazones era aún mucho más grande que antes.
—Joven maestro, ese es un coche preparado por su familia —el abogado de la familia Zhao fingió ser enviado por su familia porque esa era la razón perfecta para liberarlos.
El abogado de la familia Zhao no tenía miedo de mentir a la policía porque Zhao Sheng prometió que Zhao Sheng lo protegería más tarde.
