Ella se dio la vuelta de nuevo, luego subió con cuidado a un pequeño taburete y se metió en la cama para dormir. Pero pronto, abrió los ojos de nuevo, bajó, abrió el armario y sacó aquel nuevo vestido. Sostuvo el vestido como si fuera una muñeca.
El vestido tenía un fresco olor a algodón y estaba adornado con pequeños cuadros rojos. Aunque el color era algo vulgar y el estilo anticuado, tenía su propia simplicidad y pureza, única de esa época. Le gustaba esa época, pero el tiempo pasaba y la época cambiaba, hasta que un día, el mundo entero tuvo que enfrentarse a cambios drásticos. Si no se vivió en aquellos tiempos, nunca se sabría que tal mundo existió alguna vez.
La tecnología avanzó, pero los sentimientos humanos se volvieron más fríos.
—Papá te llevará con el viejo Chen, deja que él cuide de ti —Tang Zhinian cargó a Tang Yuxin.
El 'viejo Chen' al que se refería era un forastero en el pueblo. Nadie sabía de dónde venía. Cuando llegó, se veía desesperado y ni siquiera tenía un conjunto de ropa decente. Ahora vivía solo, sin hijos, y la mayor parte del tiempo se mantenía para sí mismo. Recolectaba hierbas del gran monte detrás del pueblo para vender. Era un hombre de pocas palabras y tenía una expresión muy seria, lo que asustaba a los niños. Creían que era un monstruo devorador de hombres.
Entre ellos estaba la joven Tang Yuxin, que se asustaba incluso con la mera mención del 'viejo Chen'. Aunque solo tenía vagos recuerdos, sí recordaba que estallaba en lágrimas cada vez que lo veía. Solo después de que Sang Zhilan se la llevara, nunca volvió al pueblo y nunca más volvió a saber del viejo Chen.
En cuanto a lo que le sucedió al viejo Chen después, siguió las leyes del mundo como todos los demás: nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte.
Después de todo, ya era bastante mayor en ese tiempo.
—Tío Zhong, ¿estás ahí? —Tang Zhinian llamó a la puerta de una casa de arcilla semi-antigua.
La mayoría de los aldeanos aún vivían en casas de arcilla, con solo unos pocos en casas nuevas de ladrillos debido a la pobreza.
—Estoy aquí, pasa —respondió una voz débil y profunda desde el interior de la casa, y era este tipo de voz la que asustaba a los niños. Los niños preferían a aquellos que sonreían y sonaban alegres, no a los que fruncían el ceño todo el tiempo y hablaban como fantasmas.
Sólo entonces Tang Zhinian llevó a Tang Yuxin adentro.
La casa no era grande. No había habitaciones ni sala, solo un patio lleno de hierbas secándose, que llevaba a la zona de vivienda. Tan pronto como uno entraba, era golpeado por el olor de las hierbas; la habitación estaba llena de su fragancia.
Aunque el suelo era de barro compacto, estaba bastante limpio, e incluso había una delgada capa de agua que había sido delicadamente barrida sobre él. Un hombre viejo y delgado estaba allí, su cabello casi blanco, pero su espalda estaba sorprendentemente recta. Estaba cuidando de una planta medicinal, sosteniendo una regadera en una mano, mientras que la otra estaba detrás de su espalda.
Había un atisbo de sabiduría en él.
Solo que no sonreía mucho.
Sin embargo, la Tang Yuxin de ahora realmente no sabía lo que pensaba cuando era niña, sin entender en qué se parecía el viejo Chen a un fantasma en absoluto. Le pareció más un hada. Había un ligero aroma a hierbas en él, posiblemente debido a su prolongado contacto con estas plantas.
Sin pensarlo, inhaló, encontrando extraño que el aroma de estas hierbas trajera una sensación de tranquilidad y claridad. Inhaló varias veces, confirmando su sensación.
Siendo médica, aunque practicante de la medicina occidental, sabía que algunas hierbas tenían efectos potenciadores o contrarrestantes mutuos. Y algunas hierbas, bajo su complejo aroma, producían un olor que podía hacer que uno se sintiera más alerta y lúcido.