Todos sabían quién era Kiba y su estatus como Concejal, y sin embargo, se sorprendían después de conocerlo en persona. Era educado, saludando a todos en el lugar con una sonrisa.
—¿Es realmente el infame cazador de coños? —Los invitados no podían evitar preguntárselo.
—¡El que puede destruir a los Alfas con un chasquido de dedos!
—¡Quizás ha cambiado!
—¡Debe haber superado las travesías que lo hicieron infame en la Ciudad Delta y el Bosque Sangriento Desolado! —Morgan, que estaba observando a Kiba, teorizó.
Morgan no estaba seguro de su teoría, sin embargo. Había escuchado acerca de Felicidad S.A. y el trabajo que realizaba.
—¡No importa realmente! ¡Su presencia aquí está haciendo maravillas para mí! ¡Eso es todo lo que importa!
Morgan reprimió una sonrisa e invitó a Kiba a entrar al complejo turístico. Kiba asintió y siguió a Morgan a un salón de fiestas.
—Tendremos una pequeña función aquí —explicó Morgan—. Así que por favor, tome asiento.
—Claro.