La Tejedora de Sueños —Veronica— apareció ante Kiba como una bruma centellante, sin emitir fluctuación espacial alguna. Era como si se hubiera teletransportado, pero no a través del espacio o de cualquier medio del que uno pudiera ser consciente.
Deslizó una mano sobre el rostro sorprendido de Kiba y acercó su rostro al de él. Su cuello tocó el suyo, y era como si estuviera a punto de besarlo.
La proyección etérea de los sueños giró mientras ella entonces abría sus labios.
—No tengo interés en adquirir la Chispa Cósmica, nunca lo tuve.
Su aliento brumoso se quedó en él mientras hablaba. También había una dulzura de ensueño en sus labios, irradiando una tentación de proporciones épicas.
De no haber sido Kiba sino alguien más, se habrían lanzado sobre ella para cumplir sus deseos bestiales.
Pero era Kiba. Él había probado más labios de los que podía contar. Y a pesar de su deseo de probar muchos más, lo controlaba.