—Oh, ¿una solicitud muy personal?
Lord Harley miró al Rey de la Llama, y este último se estremeció de nerviosismo. Afortunadamente para él, Lord Harley no hizo más preguntas.
—Kiba, eres un invitado —Lord Harley se volvió hacia Kiba—. Permítenos darte la bienvenida antes de que atiendas la solicitud muy personal de Craig.
Kiba asintió y dio su aprobación.
—Genial.
Lord Harley dio un paso adelante, y la distancia de cientos de kilómetros se distorsionó como si se estuviera calentando. En ese mismo instante, apareció en la sala en la que estaba hace unos minutos.
La sala ocupaba unos 50,000 pies cuadrados, y solo podía describirse como ostentosa.
En lugar de paredes, estatuas sostenían el techo de hoja de oro, mientras que el suelo estaba hecho de joyas que harían avergonzar a los diamantes.
Kiba y los demás también aparecieron en la sala, debajo de candelabros de cristal.
—Toma asiento.