En la mesa, el segundo Dr. Kiba yacía con Stina montándolo en una posición de vaquera clásica, con su boca colgando frente a la polla del primer Dr. Kiba.
El segundo doctor le separó las nalgas y expuso su trasero para el fácil acceso del tercer doctor.
—¡Nunca he tenido sexo anal! —Stina salió de su trance y habló.
No se atrevía a pensar que podía soportar una polla enorme allí abajo, no del tamaño del Dr. NTR, y ciertamente no una doble penetración.
Solo con que su coño fuera embestido por el segundo doctor ya le había provocado múltiples orgasmos.
¡La doble penetración la mataría!
—Relájate. Como tu doctor, sé que tienes un gran potencial sin explotar —el primer doctor dijo mientras agarraba su polla y la posicionaba hacia su cara, restregándola en su mejilla.
—¡N-no! ¡Ni siquiera estoy lubricada allí! —dijo Stina apresuradamente.
—¡Ah! —El primer doctor asintió comprendiendo.
Su figura se desdibujó y cambió de posición con el tercer doctor.