El Mono Volador era enorme con sus brazos tan anchos como columnas de edificio. Al golpear sus puños contra su pecho, vientos fríos surgieron hacia afuera.
El sonido violento de los puños golpeando el pecho del mono hizo que las personas en el puente debajo sintieran un dolor de cabeza severo. Algunos de ellos escupieron una bocanada de sangre y fueron enviados volando; desconcertados por los repentinos acontecimientos.
Arriba, el águila mecánica se resquebrajaba a cada segundo que pasaba.
—¡Ese mono castigador es definitivamente más poderoso que esta águila! —comentó Sophia, con los ojos brillando. No pudo evitar elogiar a su hermosa madre que le enseñó historias morales sobre hacer trampa en los exámenes y el castigo que seguiría.
—¡Mamá tenía razón! —dijo Sophia con un orgullo que solo una joven hija podría tener. Este no era el momento adecuado para pensar en tal cosa, pero eso era lo que ella sentía.
Zed sonrió mientras pensamientos únicos de Kiba pasaban por su mente.