El cañón era vasto, cubierto de una textura roja. Kiba y Ashlyn estaban parados en una estrecha pendiente rodeados de altos acantilados.
Kiba abrió sus ojos y sus pupilas destellaron con un brillo dorado. El brillo en sus ojos se desprendió como corrientes de luz, atravesando gigantescos acantilados.
Estaba utilizando supervisión para observar el área y descubrir cosas que la vista normal no podría. Veía cosas a nivel microscópico junto con el espectro de radiación electromagnética.
Cuando su visión llegó al interior de un acantilado con una profundidad de dos mil metros, notó cadáveres y esqueletos de seres que habían dejado de existir hace mucho.
Estas criaturas se parecían a una mezcla de reptiles y dinosaurios con nueve patas y dos cabezas. Por su marchitamiento y descomposición, sintió que habían muerto hace más de mil años.