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—¿Hay algo más en la tableta? —preguntó Aileen.
Carmen salió de su trance y fijó sus sentidos en Zed. Él poseía la tableta y como tal, su sed de información era mucho mayor que la de los demás.
¡Era una cuestión de su futuro!
Las líneas que Zed había traducido anteriormente eran demasiado profundas y vagas para su comprensión. Sin embargo, estaba seguro de que eran inmensamente valiosas basándose en la radiación que emanaba de la superficie de la tableta.
Ahora, si había más contenido, sus recompensas se duplicarían. Podía imaginar el tipo de recepción que recibiría de los ancianos.
Carmen estaba confiado de que si esto ocurría, entonces podría competir con los diez Elegidos de la generación más joven de su familia.
Zed miró la tableta antes de decir:
—Hay más pero para saber eso, tendrías que desbloquear el sello de la tableta.
—¿Sello? —Carmen se sorprendió.
