Una hora más tarde.
El sol matutino bañaba el bosque con una suave radiación. Las hojas de los árboles silbaban bajo los vientos revoloteantes.
Era un ambiente encantador, pero en ese momento, Zed suspiró. Ashlyn estaba de pie a su lado, con la expresión de siempre.
A unos cincuenta metros adelante, un grupo de diez mercenarios estaba parado, asegurándose de que no hubiera salida.
Eran hombres de mediana edad, con expresiones inapropiadas y un brillo lujurioso en sus ojos.
Este grupo de mercenarios estaba en las cercanías cuando notaron a Ashlyn y Zed. Normalmente, no se preocuparían por dos jóvenes, pero cuando vieron a Ashlyn y su figura impecable, sus hormonas se descontrolaron.
El bosque hacía casi imposible satisfacer sus impulsos naturales. Ahora, una mujer tan hermosa estaba en el área, y la encontraron perfecta para desahogarse.
No todos los días se encontraban con una joven mujer, ¡mucho menos con una tan impresionante! Naturalmente, sus viejos huesos ansiaban acción.