El sonido de los escombros cayendo del techo y el zumbido de la electricidad resonaron en toda el área. Afortunadamente, era solo una de las entradas al auditorio y el interior de la sección principal estaba reforzado, así que la destrucción no se extendió.
Entre los restos de la escalera mecánica, Kiba y Sophia se enfrentaban uno al otro.
—Sinvergüenza descarada —dijo Sophia mientras decidía cómo manejar la situación.
—No calumnies — Kiba no le gustó su elección de palabras. Era un hombre de gran carácter y sus palabras estaban poniendo en duda su inmaculada reputación.
—Claro, tú no me escuchaste así que ¿por qué debería escucharte yo? —preguntó Sophia con su voz inocente.
—Porque... —las palabras de Kiba se diluyeron.
De repente, de la nada, un vigoroso aura envolvió la zona de conflicto como olas torrenciales. Todos sintieron como si fueran observados por un depredador antiguo y un escalofrío trepó por sus sentidos.