```
Al día siguiente.
Kiba y Ashlyn desayunaron y luego abandonaron la casa de cristal. Ashlyn apoyó su mano en la puerta y la casa se transformó en un cubo de cristal.
Kiba miró hacia el cielo matutino que estaba cubierto de una neblina helada. Una brisa escalofriante sopló cerca de su oído como un susurro de un fantasma.
Kiba observó el cielo a través de la niebla. Poco a poco, en sus ojos, parpadeó la imagen borrosa de una mujer. La mujer estaba hecha de fuego azul y en su rostro había rastros de sangre. Sus labios estaban curvados en una sonrisa amorosa, irradiando bondad.
—¿Quién es ella? —Kiba pensó en su corazón. —Nunca he visto a alguien que coincida con su silueta... ¿podría ser solo un producto de la imaginación?
No podía recordar bien lo que vio en la pesadilla, excepto por unas pocas imágenes borrosas e incompletas de una mujer y una garra.
La suave nieve bajo los pies de Ashlyn crujía y emitía un sonido delicado mientras ella se colocaba al lado de Kiba.