—¿Cómo se siente ser presa en lugar de depredador? —preguntó Kiba mientras avanzaba lentamente.
Solo quedaban cinco hombres armados junto con Fiona, Joel y los dos que operaban el tanque de batalla. Los demás habían sido borrados de la existencia.
Los hombres armados no se atrevían a imaginar que sufrirían tantas bajas en las afueras del bosque.
Pero la realidad estaba frente a ellos. Sus roles habían cambiado de depredadores a presas.
Lo que ahora sentían era desesperación, miedo y arrepentimiento.
—No te pongas tan chulo —dijo Joel apretando los dientes—. Los roles podrían volver a cambiar.
—¿Ah sí? —Kiba preguntó mientras fijaba su mirada en Fiona, cuya expresión seguía siendo la misma de siempre. No parecía estar lo más mínimo preocupada por las pérdidas.
—¡Sí! —Joel agitó su mano y un chorro de energía verde salió de su palma. Al mismo tiempo, ondas verdes envolvieron sus extremidades y saltó alto en el aire.