—Adiós, mi niño —Rebecca limpió la lágrima y dejó el balcón.
Heather se sobresaltó. Hacía mucho que no veía sonreír a su ama.
...
Las llamas bajo sus pies actuaron como un cohete, haciendo que Zed volara a través del cielo nocturno. La neblina a su alrededor se evaporó, y mientras miraba los edificios diminutos allá abajo, sus labios se curvaron hacia arriba.
Hace más de una década, deseaba la capacidad de volar ya que volar representaba libertad. Imaginaba cómo podría volar como las aves, abandonar lugares que no le gustan y disfrutar de hermosos paisajes desde arriba mientras saboreaba la sensación del aire fresco recibiendo en su rostro.
Ahora que tenía esta habilidad, rara vez la utilizaba.
—Deseamos lo que no podemos tener... y cuando los tenemos, ¡se vuelven mundanos! —Claudia escuchó su reflexión a través de la banda mecánica en su muñeca.
—[[En realidad no, señor, al menos no en su caso.]]
—¿?! —Zed casi perdió el equilibrio y cayó del cielo.