El Doctor Xu entró en la habitación y vio a un hombre y una mujer sentados en el sofá del área de estar de la sala.
La chica todavía llevaba esos pantalones ajustados y botas de cuero negras, con un abrigo corto en la parte superior del cuerpo. Parecía capaz y eficiente, no como una joven adinerada, sino más bien como un asesino a sueldo.
Pero la chica era extremadamente hermosa.
Con un rostro más deslumbrante que las estrellas contemporáneas, sus rasgos eran increíblemente delicados; su tez era clara, y sus ojos de flor de melocotón miraban a todos con media sonrisa.
El hombre sentado junto a ella tenía una presencia fuerte, con rasgos robustos. Su comportamiento parecía más el de un soldado—decisivo y firme en su enfoque.
Sentado allí, no oscurecía a la chica, pero cuando te fijabas en él, te sentirías aterrorizado.