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Después de intercambiar esas palabras, Shen Bijun se marchó y Chu Cimo llamó a la puerta, que pronto se abrió.
Bai Shanshan, con la cabeza baja, salió acompañada de Yan Zijing. Al ver a Chu Cimo, los ojos de Yan Zijing se iluminaron —¿Sr. Chu?
—Sí —Chu Cimo le entregó las flores a Yan Zijing—. He venido a verte hoy.
—Gracias~ —Yan Zijing sonrió dulcemente, luego puso las flores descuidadamente en las manos de Bai Shanshan, pidiéndole que las sostuviera.
Bai Shanshan las tomó nerviosamente.
Su corazón sentía como si estuviera apretado por una mano invisible, sofocándola con un dolor sordo.
Miraba fijamente a los lirios en sus manos.
De hecho, los lirios eran sus flores favoritas. En la secundaria, Chu Cimo la había cortejado, obsequiándole muchos lirios.
Pero en ese tiempo, Chu Cimo cambiaba de novias cada dos por tres, así que ella no se atrevió a aceptar.
Nunca pensó que hoy, los lirios acabarían siendo entregados a alguien más.