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El mayordomo privado dijo:
—Señora, no es lo que piensa. La Señorita Shen Bijun lo resolvió. El Sr. Chu Yanshen solo recibió diez latigazos.
Shen Wanying gritó con una voz aguda:
—¡Eso es imposible!
El mayordomo privado suspiró:
—Es verdad... Lo hemos comprobado a fondo.
Shen Wanying gritó con ferocidad:
—¡Cómo podría la Secta Hong hacerle caso a Shen Bijun? ¡A la Secta Hong le repugna que las cuatro grandes familias intenten mandonearlos! Si Shen Bijun se hubiera entrometido, solo los habría enfurecido más, ¡así que es imposible!
Pero justo después de que terminara de hablar, se oyó la carcajada sonora del Anciano Bai desde fuera:
—¡Brillante! ¡Absolutamente brillante! ¿Quién hubiera pensado que Shen Bijun era en realidad el Tío Júnior de la Secta Hong?! ¡Entonces todas nuestras preocupaciones anteriores fueron en vano, no?! ¡La Secta Hong y los Shen son aliados naturales! ¡La situación de la familia Shen va a cambiar drásticamente!
Shen Wanying se quedó atónita: