Bai Qingqing no estaba preparada para dejar de amamantar, pero cuando apenas había pasado la temporada fría, los cachorros de leopardo comieron carne un día y no le pidieron leche. Al día siguiente, ocurrió el episodio del asalto de los hombres escorpión bestiales, lo que la hizo preocuparse y olvidar completamente el ordeñar.
Dos o tres días pasaron. Cuando lo recordó, ya era demasiado tarde.
—Sé bueno, ve a buscar tu propia comida. Podrás tener una gran comida después de que tu padre regrese de la caza. —Bai Qingqing se inclinó para acariciar sus cabezas.
La comida principal de los cachorros de leopardo cambió a carne, y sus cuerpos crecieron rápidamente. La longitud de sus espaldas ya era la altura de las rodillas de Bai Qingqing, y su pelaje también creció más espeso.
Cuando Bai Qingqing los tocaba, no podía evitar sentir que estaba acariciando cachorritos.
