El dragón rojo finalmente cayó.
Nunca habría soñado que moriría a manos de tres bestias desconocidas en lugar del emperador dragón.
El enorme dragón rojo yacía en el suelo, inmóvil. Había perdido completamente su aliento.
Con la crisis resuelta, Huanhuan suspiró aliviada. —le dijo al Árbol de la Sabiduría—, Gracias.
Tan pronto como terminó de hablar, sintió que toda su fuerza se drenaba de ella. Sus piernas se debilitaron, y cayó al suelo involuntariamente.
Xue Ling voló rápidamente y la recogió.
Observó cómo Huanhuan se encogía de nuevo y se convertía en una niña pequeña.
Los efectos secundarios de la sangre de dragón aparecieron de nuevo.
Huanhuan lo había esperado. Inmediatamente sacó un vestido pequeño de su espacio y se escondió bajo las alas de Xue Ling para cambiarse.
