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—Cuando Huanhuan despertó, se encontró acostada en una jaula.
Intentó levantarse, pero se dio cuenta de que sus manos y pies estaban atados. No podía moverse en absoluto.
Luego, con la débil luz que emitía la antorcha, Huanhuan se dio cuenta de que había varias jaulas a su lado. Cada jaula contenía una chica elfo.
Todas eran elfas que habían desaparecido recientemente.
Huanhuan miró a su alrededor y rápidamente encontró a Doris. Estaba pálida de hambre y magullada. Yacía en el suelo, agonizando.
Una hermosa mujer en silla de ruedas emergió de las profundidades de la oscuridad.
Vestía un largo vestido rojo, y su largo cabello negro se derramaba hasta la cintura. Su rostro era pálido y sus labios rojos como la sangre. Orejas puntiagudas emergían de su cabello, y las uñas de sus manos eran largas y afiladas. Eran como las garras de una bestia feroz, destellando con una luz fría.
—Finalmente has despertado —dijo.