Huanhuan se sorprendió al ver regresar a Murphy. —¿Por qué has vuelto tan pronto? ¿Cómo está la enfermedad de Su Majestad?
—Está bien. Solo charlé con ella un rato y regresé.
—Oh. —Al ver que él no quería decir más sobre esto, Huanhuan discretamente no insistió en el tema.
Murphy tomó su mano. —Vamos. Te mostraré algo.
Huanhuan preguntó rápidamente, —¿A dónde vamos?
—Lo sabrás cuando lleguemos.
Murphy llevó a Huanhuan montaña arriba. Cuando llegaron a la cima, el sol casi se estaba poniendo.
En la cima de la montaña había un árbol alto y frondoso. La luz del sol poniente lo iluminaba, haciendo que cada hoja centellease. Era como si las ramas estuvieran llenas de gemas doradas. Era tan hermoso que uno no podía parpadear.
Murphy la llevó hacia el árbol. Varias hojas doradas y delgadas caían del árbol. Al acercarse, pudieron oler el débil aroma de la vegetación.
Huanhuan abrió mucho los ojos y miró el árbol frente a ella. —¿Esto es?