Huanhuan quería visitar a Sang Ye.
Xing Chen le preguntó si no iba a la ciudad subterránea.
—No, tengo que ir a ver a Sang Ye. Si no quieres acompañarme, puedes regresar primero al Mar de Ilusiones.
Con eso, corrió hacia la residencia de Sang Ye sin mirar a Xing Chen.
Xing Chen la vio marcharse, su expresión impredecible.
Huanhuan logró ver a Sang Ye.
Él estaba acostado en la cama, su rostro pálido. Su largo cabello oscuro estaba esparcido desordenadamente debajo de él.
Huanhuan alcanzó su ropa. —¿Dónde estás herido? Muéstrame.
Sang Ye presionó su mano. —Es solo una pequeña lesión. Está bien.
—No, tengo que ver la herida con mis propios ojos para estar tranquila —Huanhuan apartó su mano y obstinadamente abrió su cuello. Vio varios agujeros sangrientos del tamaño de dedos en su pecho.
La hemorragia había cesado, pero la herida aún se veía impactante.
El rostro de Huanhuan se volvió pálido. Dolería mirar una herida tan profunda.