Huanhuan luchaba. —¡Suéltame!
—Esta es tu única oportunidad. ¿Realmente no vas a matarme? —La voz de Xing Chen era como la de un demonio, llena de tentación fantasmal.
Huanhuan fue forzada por él. —¿Quieres morir tanto?
—Desde que apareciste, mi estado de ánimo ha estado fluctuando. No puedo controlar mis emociones. Si esto continúa, definitivamente me convertiré en un extraño para mí mismo. Odio este sentimiento de perder el control. —Xing Chen la miró fijamente a los ojos, negándose a dejar que evitara su mirada—. Si no puedes matarme ahora, tendré que matarte yo. De esa forma, te quedarás conmigo para siempre y nunca te irás.
La voz de Huanhuan temblaba. —Eres un lunático.
—No solo estoy loco, también soy un monstruo. —Xing Chen sonrió como un ángel de otro mundo, pero cada palabra que salía de su boca estaba impregnada de veneno—. Puedes matar a un monstruo como yo atravesando mi pecho y aplastando mi corazón. ¿Lo vas a hacer?
Los miembros de Huanhuan se enfriaron.