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Tao Wei estaba muy insatisfecho —¿Estás renunciando a una oportunidad tan buena? ¿Estás loco? —exclamó.
Han Ying estaba muy tranquilo —Aunque sus soldados bestia están al final de su cuerda y no son para temer, sus comandantes no son débiles. Si resisten hasta el final, podríamos no ganar. Especialmente esa bestia tigre. Su fuerza de combate podría ser superior a la nuestra. Si queremos ganar, tenemos que deshacernos de él primero —explicó Han Ying.
Tao Wei dejó de hablar al escuchar esto.
También había visto la fuerza de esa bestia tigre. Era, de hecho, muy poderoso.
Siendo uno de las bestias macho más fuertes de la raza demoníaca, Han Ying no estaba seguro de poder matar a esa bestia tigre, y mucho menos los demás.
Han Ying miró hacia la distancia —La batalla entre nosotros y las bestias acaba de comenzar. Todavía queda un largo camino por recorrer. Vamos a tomar nuestro tiempo. ¡La victoria definitivamente pertenecerá a la raza demoníaca! —pronosticó con confianza.
