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—Sé que, habiendo pedido prestada toda la suerte y aún así sacrificando a mi hija, tal persona merece mil cortes —Sally se recostó débilmente en sus brazos—. Finalmente, todo es mi culpa, por no ver a la gente claramente.
—La pequeña Beibei estará bien —Zi Qi acarició su rostro, sintiendo la tenue humedad de las lágrimas y la abrazó fuertemente.
—Solo podemos hacer nuestro mejor esfuerzo y dejar el resto al destino. Pero si al final la pierdo, puedo aceptarlo.
—Yanyan, no descuides al pequeño Fengning por la pequeña Beibei. El niño ha crecido a nuestro lado y no tiene la culpa de nada.
—Sé que tiene el apellido Su; es mi hijo y no tiene nada que ver con Welly —Sally yacía en sus brazos, exhausta, y se quedó dormida.
—Zi Qi la sostuvo cerca. Si ella realmente aceptaba esto, él nunca perdonaría a la persona responsable de que perdiera a su hija.