Zong Silu vio a Sally acercarse y se puso muy contento —Yanyan, ¿has venido a recoger a los niños?
Sally asintió —Sí.
—¿Y Zulu? —preguntó Zong Silu.
Desde que Zulu llegó, los tres pequeños ya no se quedaban en su casa, sino que seguían a Zulu de vuelta a la Mansión Su detrás de la posada todos los días.
—Él... ¡Está en reclusión! Podría tardar un tiempo antes de que venga a recoger a los niños —Sally miró a los niños corriendo y saltando hacia ellos.
—¿Pueden Shishi y los demás quedarse contigo un poco más? —preguntó Sally.
Zong Silu sonrió y asintió —Pueden quedarse todo el tiempo que necesiten, ellos también son mis hijos. Y al viejo maestro le gustan mucho.
—Eso es bueno, gracias, Sili —Sally lo abrazó—. Tengo que ir a una misión. No estaré en el continente por un corto tiempo, ya que tengo que ir a otro mundo.