Han Jingting estaba llena de vergüenza y cólera; jamás se había imaginado en tal aprieto.
—¿Qué, necesitan los hermanos alimentarte personalmente la bebida? —dijo Hao Ju de forma burlona.
Los secuaces detrás de él estallaron en carcajadas.
—¿O prefieres que tu hermano te dé de beber boca a boca? Jajaja... —alguien dijo lascivamente.
Al oír esto, todos estallaron en otra ronda de risas.
Escuchando su lenguaje sucio, Han Jingting estaba furiosa.
Pero también era muy consciente de que no tenía otra opción. Si no hacía lo que Hao Ju decía, era imposible saber qué tipo de acciones excesivas podría tomar.
—Entonces, si bebo estas treinta copas, ¿me dejaréis ir? —preguntó Han Jingting.
Hao Ju asintió —¡Por supuesto! ¿Cuándo he faltado a mi palabra?
Tras la afirmación de Hao Ju, Han Jingting finalmente se decidió, tomó una copa de alcohol y la bebió de un trago.
Luego bebió una segunda copa, y luego la tercera...