La cara de Chen Xuan se oscureció.
Parecía que Yao Gaosheng estaba acostumbrado a hacer uso de su poder.
¡Lamentablemente para él, Chen Xuan no jugaba según esas reglas!
—No me importa si otros se atreven a hablarte así, pero yo, Chen Xuan, ¡siempre he dicho lo que pienso!
¡Las palabras de Chen Xuan eran poderosas e intransigentes!
En ese momento, Yao Gaosheng estaba completamente enfurecido.
Se consideraba alguien de alto estatus y poder, acostumbrado a impartir órdenes a donde quiera que fuera, pero hoy, ¡este insignificante yerno de la Familia Han se atrevía a desafiarlo, lo cual él percibía como un gran insulto a su autoridad!
—Entonces prefieres enfrentar las consecuencias en vez de mostrar el debido respeto. Ya que ese es el caso, no hay nada más que decir. Te informo oficialmente que la principal de la danza debe ser nuestra Xiaomin. De lo contrario, me aseguraré de que tu esposa y la Corporación Han no salgan de esta ilesos —dijo Yao Gaosheng.