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Mi Amanda

🇪🇨LindaRosa2024
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Synopsis
La historia de una chica que a lo largo de su vida recibe todo tipo de engaños y dificultades, que la arrastran a llevar un profundo dolor. ¿sera que el amor incondicional de eliot la podra ayudar?
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Chapter 1 - capitulo 1 : La casa de howard.

Unos pasos corrían muy de prisa, como si el mundo se estuviera cayendo detrás de él. Su corazón acelerado solo pedía que pudiera llegar a tiempo. Solo unos minutos antes había recibido la llamada de su amigo, describiéndole lo que había visto en ese momento: una mujer que parecía querer acabar con su vida cerca del puente de la escuela.

Aquella joven, todavía con su uniforme, estaba sentada en el borde del abismo con la mirada perdida, como si no le quedara nada, a solo un movimiento de que su vida se acabara. La curiosidad de algunas personas rodeaba el lugar, todos con sus teléfonos en mano, esperando el momento de la tragedia para grabarla en sus dispositivos.

Los desesperados pasos de Eliot llegaron a tiempo antes de que la tragedia sucediera. Suspiro de alivio y sin pensarlo se lanzó hacia el rescate de aquella joven, agarrándola por la cintura con fuerza y llevándola al otro lado del puente donde estaba segura. En los brazos de Eliot, aquella mujer lo abrazaba desesperadamente, como si solo necesitara ese abrazo. Sus lágrimas eran tantas que en un momento mojó su camisa.

Conmocionado, Eliot pensaba: ¿Qué había pasado en la vida de su amiga Amanda para que ella quisiera acabar con su vida? ¿Qué la torturaba tanto que ya no quería existir en este mundo? Sentía temor y culpa por haber ignorado la conducta extraña que había tomado su amiga en los últimos días. Recordó cómo ella se alejó de él, sus ojos miel siempre manchados de lápiz negro como si quisiera dar una mirada aniquiladora. Su forma de vestir y sus nuevas amistades eran todo lo contrario a lo que la dulce Amanda un día fue.

Aunque Eliot trató de hablar con ella varias veces y preguntarle qué había pasado y por qué faltaba tanto a clases, ella se negaba a contestarle y solo le decía que no se metiera en su vida. Por esta razón decidió dejarla hacer como quisiera. Al final, no era una niña, ya había cumplido dieciséis años y no era su hermano mayor para estar detrás de ella. Solo se enfocó en seguir siendo el buen estudiante que era, para no perder su beca en esa prestigiosa escuela, ya que él también tenía un sueño que seguir y era sacar a su familia adelante como hijo mayor.

Una vez calmada, Eliot la levantó de ese lugar y la llevó a casa. Ella, aun temblando y con su maquillaje corrido, lo miraba como si quisiera decir algo, pero las palabras no le salían. Él entendió lo que su mirada decía y, con voz calmada, le dijo: "Tranquila, no le voy a decir a nadie lo que pasó, pero por favor no lo vuelvas a hacer".

Eliot corrió a su cuarto con la mirada baja para que su madre no notara su tristeza. Tiró su bolso a un lado, se acostó en su cama con la mano detrás de su cabeza y la mirada al techo, empezando a recordar como una película el día que llegaron a vivir allí ya habia pasado casi diez años desde entonces.

todo comenzo cuando La tía Elisa había trabajado en ese lugar hace unos años, pero, debido a una enfermedad repentina, ya no podía trabajar más, así que recomendó a su sobrina Ana, mamá de Eliot, quien vivía en el campo y era muy trabajadora. Su esposo también conocía de jardinería y mantenimiento, y de seguro les iba a ser de gran ayuda. Ante esa propuesta, la Sra. Howard aceptó y así fue como la humilde familia llegó a esa casa. Les brindaron un pequeño apartamento ubicado detrás de la gran casa de los Howard.

Eliot recordó que la primera vez que llegó a esa casa, su hermano pequeño y él saltaban de emoción. Recuerda esa gran casa de color amarillo por fuera, con bellas ventanas decoradas con hermosas plantas colgantes y un ambiente fresco y silencioso lleno de árboles, un lugar perfecto para vivir. La primera vez que vio a Amanda, ella era una pequeña de siete años, él solo era un año mayor que ella. Era una hermosa niña de cabellos largos y semi ondulados, piel pálida y ojos temerosos. Jugaba con las flores y corrió apenas los vio para asomarse por la ventana que daba al patio y poder ver bien quienes eran sin ser vista.

Desde ahí empezó su amistad. Amanda era hija única de una familia acomodada. Su padre, el Sr. Howard, era funcionario del gobierno, un hombre bastante ocupado, siempre con un rostro serio que casi no emitía palabras en su casa. Su sola presencia inspiraba respeto. Vestía siempre con trajes a su medida y a menudo se le veía tomando una taza de té y leyendo.

En cambio, la Sra. Howard, mucho más joven que su marido, era bastante guapa. Siempre vestía de forma muy elegante, su delgada figura y su cabello siempre bien peinado le daban un aire de realeza. Sus labios lucían siempre rojos y tenía un olor muy peculiar a cigarrillos, siempre con uno en la mano y la mirada perdida como si anduviera ansiosa por algo.

Cuando llegaron a esa casa estaba el tío de Amanda, Damián, hermano de la Sra. Howard. Parecía muy unido a su hermana, secreteaban a menudo y ella sonreía siempre que estaba con él, su presencia era lo único que la hacía feliz dentro de esa gran casa. El tío Damián tenía una sonrisa muy contagiosa, se veía agradable y era el que más hablaba en la familia. También tenía una mirada muy picarona y siempre buscaba hablar con su sobrina, pero ella no parecía feliz cuando él le hablaba, bajaba la mirada y parecía muy obediente.

Cuando Eliot y su familia llegaron, Amanda era una niña bastante retraída y su madre era dura con ella. Solo le gustaba estar en su cuarto y con frecuencia pintaba. Su padre le exigía practicar música y frecuentemente estaba ocupada con su profesora de idiomas. Rara vez tenía tiempo de jugar como una niña de su edad y a menudo se distraía mirando por la ventana a Eliot y a su pequeño hermano Joseph.

Ana, la madre de Eliot, empezó a preocuparse por Amanda y comenzó a cuidarla como a su propia hija, preparándole comidas favoritas para que pudiera comer ya que estaba baja de peso. A menudo, sin que sus padres se dieran cuenta, la llevaba a jugar con sus hijos. La Sra. Ana inspiraba confianza, era dulce y con una mirada comprensiva, siempre preocupada por sacar tiempo para compartir con su familia, algo que Amanda anhelaba de sus padres. Para Amanda, las navidades eran solitarias y sin significado, pero después de ser acogida con tanto amor por la familia de Eliot, pudo experimentar el verdadero significado de pasar una cena de nochebuena.

Poco a poco el rostro de Amanda comenzó a cambiar, se veía más animada, tanto que su madre notó el cambio positivo en su hija y confió en las manos de la Sra. Ana.

La Sra. Ana buscaba quedarse con Amanda cuando la Sra. Howard se iba a reuniones y fiestas con sus amigas. El Sr. Howard a menudo tenía viajes de trabajo que duraban muchos días. La Sra. Howard aprovechaba y se iba, y al principio el tío Damián se ofrecía a quedarse y cuidar de Amanda, pero la Sra. Ana insistía en que no era necesario, que cuidar de la pequeña era parte de su trabajo y lo hacía con gusto. Ante tanta determinación, el tío no tenía más remedio que retroceder y dejar a Amanda en manos de la Sra. Ana.

El esposo de la Sra. Ana a menudo le reclamaba por qué tenía que ser así con Amanda, pero ella solo decía que su tía Elisa antes de morir le dejó muy encargada a la niña. Sabía que no era cuidada como debía por sus padres y que por eso era tan retraída para su edad. Además, había notado que Amanda sufría de pesadillas que la hacían despertar nerviosa y mojar la cama, cosa que su madre castigaba fuertemente si lo descubría.

Así pasaron los días y meses hasta que algo muy repentino ocurrió. Un día, la mamá de Eliot entró llorando a su cuarto, seguida de su marido. Se encerraron y se escuchó una pequeña discusión entre ellos. Después, salió la Sra. Ana con los ojos lagrimosos y la nariz roja. Tomó a los dos niños de la mano, se agachó y les dijo con voz baja:

"Niños, tenemos que irnos hoy mismo de aquí."

"Pero mamá, no quiero, me gusta aquí," respondió el pequeño Joseph.

"Mamá, mientras no llores, está bien," dijo Eliot.

"Sabía que eras un niño muy maduro, mi pequeño," suspiró ella.

Haciendo las maletas, entra Amanda llorando y suplicando:

"No, por favor, nana, no te vayas, o llévame contigo. Me da miedo quedarme. Nana, llévame contigo por favor."

Estas palabras rompieron el corazón de la Sra. Ana, quien la abrazó sin saber qué contestar. En ese momento, entró la Sra. Howard y le dijo de manera fría a su hija:

"Vámonos, Amanda."

"No, mamá, no quiero. Si ellos se van, le digo a papá tu secreto."

"¿De qué secreto hablas, chiquilla malcriada?" gritó con furia.

"De tu novio" he visto como le das un beso. Respondió Amanda entre lágrimas.

La madre de Amanda con mucho enojo al sentirse descubierta, estaba apunto de levantar su mano y golpear el rostro de su hija, cuando su mano es detenida por la Sra. Ana que le pide que por favor no lo haga.

La Sra. Howard dio la espalda y sin mirar atrás les dijo:

 No es necesario que se vayan. Si usted dijo que no lo hizo, voy a confiar solo esta vez en su palabra.

Y sin decir nada más, se fue, con el sonido de sus tacones alejándose la pequeña Amanda saltaba de felicidad junto a Eliot y su pequeño hermano.

 

El pequeño Eliot se asomo por la ventana y se dio cuenta que la mama de Amanda y su tío Damián estaban discutiendo como nunca antes.

Desde ese día el tío Damián dejo de vivir en esa casa.

pero también desde ese día la Sra. Howard se volvió aún más fría con su hija, ya que la culpaba de que había perdido algo muy importante para ella.

Pero todo quedo en silencio, los padres de Eliot no hablaron mas de lo que había sucedido y el nunca supo que había pasado realmente ese día. De porque acusaron a su mama y por qué el tío de Amanda decidido irse. Pero por algún motivo esto que había pasado con Amanda lo llevo a recordar esos momentos de su infancia.

 

Eliot despertó de sus recuerdos, encontrándose en su cuarto, en la misma posición en que estaba. Había sido un día pesado, pero también había comprendido que algo muy malo estaba sucediendo en la vida de Amanda, algo que incluso él podría ayudar a resolver. Sabía que no podía dejarla sola, no esta vez.

Eliot salió de su cuarto con un nuevo propósito: averiguar qué estaba ocurriendo en la vida de Amanda y encontrar una manera de ayudarla a salir de esa oscuridad que parecía envolverla. Sus pasos resonaban con determinación mientras bajaba las escaleras y se dirigía hacia el teléfono. Sabía a quién llamar primero: a Roger, su amigo, que seguramente tendría algunas pistas más sobre lo que estaba ocurriendo con Amanda.

Con el teléfono en mano, respiró profundamente y marcó el número. Esta vez, no dejaría que nada ni nadie le impidiera ayudar a su amiga.