apítulo 1: El Comienzo del Cambio**
En la tranquila ciudad de Rivertown, Sebastián caminaba por los pasillos de la escuela secundaria Rivertown High, con la mirada fija en el suelo y la mochila colgada de un solo hombro. Sentía las risas y los murmullos a su alrededor, pero no levantaba la cabeza. Los empujones y las zancadillas eran parte de su rutina diaria, y hoy no era la excepción. Tropezó y cayó, dispersando sus libros por el suelo, mientras los bravucones se reían a carcajadas.
Después de recoger sus pertenencias, regresó a casa con la misma expresión abatida de siempre. Cerró la puerta de su habitación y se desplomó en la cama, mirando el techo con ojos llenos de frustración. Esa noche, la rabia contenida se convirtió en una decisión firme. Se levantó de la cama y se dirigió a la computadora, buscando gimnasios locales y clases de defensa personal. Anotó direcciones y horarios, decidido a cambiar su destino.
Al día siguiente, entró en el gimnasio, sintiéndose fuera de lugar entre los hombres musculosos y las máquinas intimidantes. Aun así, se acercó al mostrador y se inscribió. Durante las semanas siguientes, se entrenó con dedicación, empujando su cuerpo al límite en cada sesión. Los músculos comenzaron a desarrollarse, y su resistencia mejoró notablemente. Además, asistió a clases de defensa personal, donde aprendió técnicas de lucha y tácticas para defenderse.
Pero su transformación no fue solo física. Sebastián pasaba horas en la biblioteca, leyendo libros sobre estrategia y psicología. Los textos sobre organizaciones criminales lo fascinaban, y comenzó a absorber toda la información que podía sobre cómo operaban. Tomaba notas detalladas, planeando cuidadosamente cada movimiento futuro.
Los meses pasaron y, aunque su apariencia había cambiado, en la escuela seguía siendo el mismo chico tranquilo y reservado. Esperaba el momento adecuado para revelar su nueva fuerza. El baile de primavera le pareció la oportunidad perfecta. Se probó un elegante traje negro en su habitación, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar. Al mirarse en el espejo, apenas reconocía al chico débil que solía ser.
Esa noche, entró al gimnasio de la escuela con paso firme, captando la atención de todos. Los murmullos comenzaron a recorrer el lugar. Los bravucones, sorprendidos, lo observaron desde la distancia. Sebastián se dirigió directamente hacia ellos, deteniéndose justo enfrente. Mantuvo la mirada fija en ellos, su voz resonando con una firmeza inesperada.
—Este es el final de una era. Ya no seré su víctima. A partir de ahora, yo soy quien manda aquí.
Sin esperar una respuesta, se lanzó sobre el primero de los bravucones, utilizando los movimientos rápidos y precisos que había aprendido. Derribó a uno tras otro, sus puños y piernas moviéndose con una precisión letal. Los otros estudiantes observaban en estado de shock, incapaces de creer lo que veían.
Sebastián se enderezó, mirando a su alrededor. La sonrisa en su rostro era fría y calculadora. Sabía que este era solo el primer paso. Tenía un plan mucho más ambicioso y oscuro, y estaba decidido a tomar el control no solo de la escuela, sino de toda Rivertown. Con cada paso que daba hacia la salida del gimnasio, la sombra de su ambición se extendía más y más.
**Continúa en el próximo capítulo...**