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Chapter 5 - Capitulo 4 - Dia #3

Llegué al salón y noté que estaba más callado de lo normal. Mamá me había dejado justo en la entrada de la escuela, algo inusual ya que normalmente me dejaba una o dos cuadras antes para no desviarse mucho del trabajo. 

Pero con los reportes y bajas calificaciones, había decidido dejarme frente a la puerta.

Vi cómo los alumnos se dirigían a sus salones. Llegué justo a tiempo cuando sonó la campana, y para mi alivio, no vi a ninguno de mis compañeros cerca de la entrada. La escuela se veía medio vacía, así que ya todos deberían estar en sus salones.

Caminé lentamente por los pasillos, pasando por salones llenos de estudiantes. Algunos tomaban notas, otros escuchaban a su profesor hablar y, en algunos casos, estaban vacíos, probablemente porque estaban en alguna actividad al aire libre.

Para mi alivio, no era el único llegando tarde; vi a otros alumnos entrando a sus salones.

Todo esto pasé hasta que por fin llegué a mi salón, el cual estaba más adentro de la escuela y por lo cual más tiempo tardaba en llegar.

Cada paso que daba se hacía más corto y lento. Mi ánimo e invencibilidad se esfumaron cuando llegó el momento de enfrentar la situación. No obstante, lo que tenía que pasar, pasó.

Para mi mala fortuna, la puerta estaba abierta. Casi al instante, sentí la mirada de mis compañeros sentados en sus lugares y los otros que recién habían llegado. Ni siquiera pude tomar un respiro.

"Voy a pasar, profe," pedí permiso, tragando saliva y sintiendo un nudo en la garganta que no podía controlar.

"Adelante," dijo el profesor mientras estaba ocupado preparando su laptop y maletín en el escritorio. Era un hombre de aspecto común, con tez blanca y cabello negro peinado hacia atrás. Llevaba una camisa a rayas y pantalones de mezclilla, y sus ojos oscuros mostraban una expresión concentrada mientras organizaba los materiales para la clase.

No esperé más y me dirigí a mi asiento. En todo el camino hacia mi lugar, no podía sacudirme esa sensación de que algo iba mal. Solamente me senté y, para este momento, ya no les interesé a mis compañeros. Sin embargo, algunos seguían mirándome.

No era ese tipo de miradas inconscientes, eran ese tipo de miradas cuando ves algo divertido, como un payaso o un perro intentando alcanzar su cola. Sentía que yo les era divertido. Intenté concentrarme en otra cosa, empezando a escanear mis alrededores de manera disimulada, ya que no la había visto justo cuando entré al salón ni mucho menos cuando llegué a mi lugar.

Su asiento estaba vacío. En cambio, vi los ojos de sus amigas viéndome fijamente, una mirada que en lo personal me incomodaba.

¿Será que ella salió? ¿O tal vez no vino?

"Escuchen, estudiantes, ya saben cómo es esto, así que voy a revisar su tarea. Pueden hablar, pero bajen el volumen," dijo el profesor mientras sacaba su pluma y tomaba la primera libreta dejada en el escritorio. Los de la primera fila ya tendrían la libreta preparada para revisión, así que no les costo levantarse y deja la libreta frente al profe.

Me levanté para tomar mi mochila y sacar mi libreta, empezando a caminar al escritorio del profesor.

Cuando llegué, ya había una pequeña montaña de libretas en su escritorio. Solo la dejé hasta arriba de la montaña y caminé de nuevo a mi asiento mientras los restantes dejaban sus propias libretas.

Fue en ese momento en que pasaba por unos asientos cuando alguien llamó mi atención con un pequeño golpe. Volteé mi mirada y...

"Alexa quiere hablar contigo," dijo una de las amigas de Alexandra en un tono bajo, señalando con su dedo cierto lugar conocido, ella era de piel morena, pelo corto castaño y ojos cafés, su nombre creo que era Eiddy.

Cerca de mi lugar y muy alejado de su asiento original, posiblemente cambió lugar con otro compañero para poder hablar más cómodamente.

Tal acción no me sorprendió.

Era de esperarse.

Otras veces hacíamos lo mismo, casi siempre en las horas finales antes de salir de la escuela para evitarnos cualquier regaño de los primeros profesores más amargos y estrictos.

Pero, viendo que ella lo hizo de inmediato, me hizo entender que lo que quería decir sería bastante serio, posiblemente un "tenemos que hablar".

"Oh, ya veo," rompí el silencio. Giré la cabeza hacia donde estaba señalando, viendo sentada a Alexandra.

Por fin la vi. El rostro de Alexandra estaba tenso, con los ojos extraños. En ese momento, sentí un nudo en el estómago.

Volví a mi lugar sentándome y dirigiéndome hacia ella.

"¿Qué pasa, Alexa?" susurré, intentando que mi voz no temblara, me llevé una sopesa al ver su expresión cambiada tan repentinamente.

Alexandra mantuvo la mirada fija en mí, con una expresión que oscilaba entre la irritación y la incomodidad. Sus labios se curvaron en una mueca de desdén mientras parecía sopesar sus palabras.

"Lo siento, Ethan, pero no puedo seguir fingiendo que todo está bien entre nosotros", dijo, su tono frío y distante. "Estoy cansada de ser la única que siempre estar al pendiente de ti, Ethan ."

La sorpresa me golpeó como un puñetazo en el estómago. No esperaba que Alexandra fuera tan directa sobre sus sentimientos. ¿Acaso realmente pensaba que yo no me preocupaba por ella?

"¿Qué quieres decir con eso?" pregunté, tratando de controlar la oleada de emoción que amenazaba con abrumarme. "Yo también me preocupo por ti"

Ella soltó una risa triste, sacudiendo la cabeza con incredulidad. "Estoy cansada, Ethan, Simplemente estoy harta"

"Yo, ha, simplemente ya no me siento cómoda"

Vi como nos volteaban a ver, no era el momento o el lugar para tener está charla, pero la conversación ya había comenzado y no era que me importaba la opinión de ellos, al menos es lo menos que me importa.

"Ya no puedo seguir con tus caprichos, ya no"

Mi corazón se hundió mientras absorbía sus palabras. ¿Realmente pensaba tan mal de mí? Tragué saliva. No podía creer que ella me viera de esa manera, como si fuera alguien egoísta.

"Lo siento si te sientes así, Alexandra," respondí, mi voz apenas un susurro. "Pero te aseguro que no es mi intención lastimarte. Si hay algo que puedo hacer para arreglar las cosas, por favor, dime."

Mas que mirarme con desdén, ella me lanzo una mirada diferente, una mirada de derrota y sin ceder en su postura ella hablo dejando caer de sobre sus ojos algunas lagrimas "No, déjalo así, ya tuve suficiente de ti, solo déjame pensarlo "

Un nudo se formó en mi garganta mientras miraba impotente cómo Alexandra se alejaba y volvía a su asiento, dejándome solo con mis pensamientos y la amarga sensación de haber perdido algo importante.

"¿No?" pregunté, intentando mantener la calma, pero sin poder ocultar el tono seco de mi voz. Era ingenuo pensar que esto se resolvería fácilmente, pero no podía evitarlo.

¿Qué iba a hacer?

"Alan Edgar."

Me pregunte eso varias veces a mí mismo, que podía hacer para arreglarlo, como podía demostrar mi arrepentimiento, No quiera perderla.

"Mauricio."

Intentaba encontrar una solución, pero como puedes hallar solución cuando no ves el problema?

"Alondra."

¿Qué había hecho mal?

El profesor seguía llamando a los estudiantes para devolverles sus libretas, ajeno a la tensión que crecía en la parte trasera del salón.

"¿De verdad piensas eso?" susurré, tratando de mantener la calma, pero sin poder ocultar el tono seco de mi voz.

No podía entender, porque de este arrebato, había pedido algunos favores de ella, pero también ella había pedido mas favores yo estaba feliz de ayudar no le había visto nada malo hacer lo mismo.

No creía que fuera lo suficiente como para clavarme esta daga fría en mi pecho, ni si quiera paso por mi mente.

¿Mi idea de favor y favor eran incorrectos? ¿desde donde estaba mal? ¿Esa era su razón o era una forma de decirme?

Sentía como mi mente empezaba a arder poco a poco.

"Sofía Alondra," dijo el profesor, dejando la libreta a un lado y tomando otra del montón, hojeándola un momento para detenerse y revisar la portada.

"A ver, ¿de quién es este libro?"

"Ethan Nikolái, ¿me puedes explicar qué es esto?" Sentí como si me echaran un balde de agua fría, enfriando mis emociones mientras el profesor posaba su mirada en mí. Casi al instante, sentí las miradas de todos mis compañeros.

"¿Qué pasa?" pregunté con nerviosismo.

"¿Qué?" pregunto él con algo de molestia en su voz. "Ven acá mejor, ven acá" dijo, haciéndome una seña con su mano. Inmediatamente me levanté, caminando de manera rápida hacia su escritorio, sintiendo la mirada de todos mis compañeros seguirme con cada paso.

Sin duda, estaba llamando mucho la atención el día de hoy, desafortunadamente.

"¿Qué significa esto?" dijo el profesor mientras hojeaba el libro frente a mí.

Lo que me mostraba eran las páginas que había copiado de la libreta de Dana, libreta que debería contener las respuestas correctas y que me deberían dar una buena calificación. Estaba siendo mostrada como si hubiera hecho algo malo.

No mas bien, estaba siendo regañado por el profe, frente a todos en ese momento.

"Pero las contesté, profesor," respondí en un estado de nerviosismo extremo.

"¿En serio? ¿Crees que esto es una broma?"

"No, profe," dije, preocupado por todo lo ocurrido.

"A ver, jóvenes, ¿cuál fue la causa principal de la Revolución Francesa?" dijo, volviendo su mirada ante todo el salón.

Una chica de enfrente, Angélica, de tez blanca, pelo suelto castaño y ojos negros, levantó la mano.

"¿Por el hambre y la injusticia?"

"Muy bien, pero casi," dijo el profe, pasando a otro chico, de la fila más al fondo. No recordaba bien su nombre, pero creo que empezaba con Gustavo.

"Era el hambre, la diferencia entre campesinos y nobleza, y la mala gobernanza de los líderes," dijo Gustavo sonriendo. Es un chico obeso de cabello negro y puntiagudo, piel moreno pálido.

"Sí, es correcto, y no como su compañero que cree que la causa principal fue la escasez de baguettes y croissants, lo que llevó a una crisis de identidad nacional," dijo el profesor mientras leía la respuesta de la libreta.

Casi al instante, se dispararon las risas o un intento patético de reprimirlas, mientras el profesor se paró de su asiento, caminando en dirección al pizarrón, de un lado a otro, leyendo la libreta con cuidado.

"Tampoco que Newton hipotetizó que la gravedad hacía que las manzanas siempre caigan hacia el lado izquierdo debido a la rotación de la Tierra."

Sentí la comprensión llegar a mi cabeza, viendo una respuesta intencionalmente hecha.

"O que el fin de la Edad Media ocurrió después de la primera transmisión de radio de la BBC en 1922."

"Ni mucho menos que la teoría de la relatividad general sugiere que la gravedad es causada por la rotación rápida de la Tierra alrededor del Sol, creando un efecto centrífugo." Todo eso lo dijo sin quitar la vista de mí.

No lo negaría, sabía que las respuestas estaban mal, o al menos algunas de ellas.

"Y no leo más porque todo lo que dice son puras..." Se detuvo, viendo a todo el salón de frente, una acción para dramatizar. "Disculpen las palabras, jóvenes. Tonterías," dijo, dejando caer la libreta en el escritorio.

"Entonces," dijo el profesor volteándose frente a mí.

"Yo... eh," me quedé congelado por lo que decía el profesor en ese momento.

"¿Por qué escribiste eso? ¿Qué es lo divertido?" preguntó él, dejando mi libreta enfrente de mí.

"Yo..." No logré decir nada, solo me quedé callado.

"Debería ponerte 0, pero te pondré 4, solo por la creatividad," dijo el profe, masajeando su cara con sus manos.

"No vuelvas a hacer este tipo de bromas en mi clase. Ahora vuelve a tu asiento," dijo, procediendo a revisar las otras libretas restantes.

Tomé mi libreta y me dirigí a mi asiento. En el transcurso de mi trayecto noté las miradas y las risas de algunos de ellos, sintiéndome apenado.

Me senté en mi escritorio, siendo la burla de mis compañeros.

Es en este momento que escucho la voz del profesor.

"Chicos, sé que les gusta bromear, pero deben entender que hay un momento y un lugar para hacerlo. No vuelvan a hacer esto o tendré que hablar con la directora."

Después de eso, el profe siguió revisando la tarea hasta que por fin comenzó la clase.

En todo el transcurso de la clase, nadie habló con nadie. Ni siquiera Alexandra me volteó a ver, ni alguna de sus amigas.

Todos estuvieron concentrados en la lección, apuntando lo que el profe escribía en el pizarrón. En todo ese tiempo no logré prestar atención en clase y solo mi mente se quedó en que...

Aparte de mi situación tenaz con Alexandra, Dana había jugado sucio.

La campana sonó, señalando la hora del recreo. Me quedé mirando la pizarra en blanco, sin darme cuenta de cuándo el profesor había borrado todo el pizarrón. El blanco parecía reflejar el vacío que sentía en ese momento.

El lugar silencioso producto de la salida para la hora de comer había dejado el salón solo en menos de 10 segundos. Sin duda estaba perdido por todo lo anterior.

¿Qué más podía decir? Consecuentemente, me dejó arrinconado y avergonzado entre todos.

Sin duda podía decir que este no era mi día.

Me levanté lentamente, recogiendo mis cosas con movimientos mecánicos. Saliendo por la puerta note la presencia de Alexandra no muy lejos de mi, tan pronto como me vieron ella y sus amigos empezaron a alejarse caminando lentamente junto con sus amigas detrás de ella como una barrera de apoyo, en todo el transcurso de su trayecto, note cierta miradas furtivas hacia mi, por parte de sus amigas.

A modo de ver si yo la seguía o no.

Era obvio que no quiera hablar Incluso yo no me sentía con ánimos para discutir, menos cuando sabia que iba a perder en la conversación.

Simplemente salí del salón y me dirigí al patio. Iba en dirección a la cafetería para tomar un almuerzo por lo cual debería pasar por las canchas para llegar más rápido, necesitaba calmarme y relajar la mente.

Oh, eso fue lo que pensaba

"¿Eh?"

"Ah, lo que faltaba." Me toqué los bolsillos y, como pensaba, no me había llevado dinero.

Este día estaba mejorando.

"Me lleva la chin..."

Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no vi la pelota de fútbol venir. Sentí un golpe fuerte en la cabeza y todo se volvió borroso. Me desplomé en el suelo, y lo último que vi antes de perder la consciencia fue el rostro de Alexandra, viendo su cara congelada desde la distancia.