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Chapter 2 - N° 2 Mudanza

Antes de empezar, contiene muchas cosas explícitas, si no les gusta, no lean, favor de no comparar ni criticar y NO LECTORES FANTASMA, gracias.

Empecemos!

№2 "Mudanza"

Aidan llega a la oficina de su trabajo.

—¿Tarde caliente con tu esposa? —pregunta uno de sus compañeros.

—No te incumbe, Malcom —responde—. Mejor ponte a trabajar que mucha falta te hace.

—Gallagher, ven —llama el jefe, ambos van a la oficina del mismo y Aidan se sienta—, te mandé a llamar porque quiero que Sheila y tú investiguen los asesinatos del pueblo de aquí cerca.

—¿Qué no para eso está el Sheriff?

—Sí, pero ocupo que vayan e investiguen todo, nadie puede saber que están investigando, ¿bien? Los quiero allá mañana a primera hora

—De acuerdo, iremos a ver qué pasa —afirma y sale de la oficina, y vuelve a la casa.

Aidan, al entrar y ver qué no estaba su esposa en la cama, va a la ducha al oír el agua de la misma caer al piso, al entrar, ve a su esposa, desnuda y siendo golpeada suavemente por el agua.

Earned It • The weekend

Él se desviste y entra despacio a la ducha, abrazándola por detrás. Su cuerpo se empapa por el agua de la ducha y ella sonríe al sentir los brazos de su esposo alrededor de su cuerpo. Él empieza a dejar suaves besos en su hombro, subiendo por su cuello hasta llegar a su boca, la besa con suavidad, subiendo poco a poco la intensidad de sus besos.

Ella enreda su lengua con la de él, jugueteando con su cabello y suelta un jadeo al sentir su erección presionarse contra su espalda.

Él sigue besándola a la vez que acaricia su cuerpo. Sube sus manos por sus muslos, caderas y cintura, deteniéndose en sus pechos. Los aprieta y masajea, jugueteando con los pezones entre sus dedos y desatando más jadeos de parte de su esposa.

Baja una mano por su abdomen hasta su entrepierna e inmediatamente sus dedos quedan empapados por su humedad. Ella gime y apoya la cabeza sobre el hombro de Aidan, abriendo más las piernas al sentir sus dedos entrar en su interior.

Empieza moviéndolos suave, luego va más fuerte mientras ella sigue gimiendo. Los mueve un poco más, pero los retira cuando siente que empieza a apretarse en anticipación al orgasmo, ella iba a protestar, pero su replica es callada cuando él la voltea y vuelve a besarla con deseo, estampando su cuerpo contra la pared de la ducha.

Ella jadea fuerte por la brusquedad del movimiento, pero le sigue el beso, mordiendo levemente su labio inferior. Ella baja su mano hasta su erección y la mueve a lo largo de su longitud, provocando que él suelte un jadeo ronco. Él quita su mano con suavidad y baja las suyas a sus muslos y la impulsa, haciendo que ella envuelva sus piernas alrededor de su cintura.

Aidan puntea su erección contra su entrada mientras ella gimotea en súplica, por lo que él entra con una solo estocada y ambos jadean en satisfacción.

Él empieza a moverse lento y suave, con una mano en su cadera y la otra en su muslo mientras ella se sostiene de sus hombros. Mantiene el ritmo lento, pero los suaves gemidos de su esposa en su oído lo incitan a ir más fuerte y es lo que hace.

Los suaves embates se vuelven fuertes, choca sus caderas una y otra vez, desatando gemidos más altos de parte de Sheila. Él gime ronco al sentir las uñas de su esposa arañando su espalda y aumenta la velocidad de sus estocadas. Uno, dos, tres, cuatro... Pierde la cuenta de los minutos que se mantienen así, pero besa su cuello cuando siente que las paredes de su interior se aprietan alrededor de su miembro.

Sigue embistiendo con fuerza hasta que ella gime con fuerza su nombre, saboreando el orgasmo. Él da un par de estocadas más, hasta que también alcanza el clímax con un alto gemido ronco.

Ambos jadean agitados, pero él no se cansa. La baja con suavidad y la voltea, dejándola de espaldas a él. Acaricia las curvas de su cuerpo y deja besos húmedos en sus espalda baja, mordisqueando levemente mientras sube.

Él coloca sus manos en sus caderas y ella apoya las suyas en la pared, restregándose contra su entrepierna. Aidan jadea y vuelve a entrar con un sola estocada, retomando las fuertes embestidas y ambos gimen de placer.

Embiste con fuerza y lo único que se escuchaba en el baño era el sonido del agua cayendo y sus gemidos acompasados de sus cuerpos chocando una y otra vez. Él sube sus manos a sus pechos y vuelve a apretarlos, pegando la espalda de ella contra su pecho y sin dejar de embestir, la besa jugueteando con sus lenguas.

Mantiene sus fuertes estocadas y aumenta la velocidad de sus movimientos al sentir que se tensa ante la llegada de un nuevo orgasmo. Baja una de sus manos hasta su entrepierna, acariciando su clítoris y provocando que sus gemidos se volvieran más altos y su cuerpo tiembla con un leve espasmo.

Sigue arremetiendo con fuerza y frotando sus dedos en su zona hasta que ambos alcanzan el segundo orgasmo. Ella apoya la cabeza en su hombro, jadeando satisfecha y disfrutando los restos del clímax. Él sale con cuidado, besando su mejilla.

—Te amo —susurra en su oído, jadeando igual que su esposa.

—También te amo, Aidancito —jadea, Aidan la voltea, ayudándola a bañarse.

Ambos se bañan entre tiernos besos y salen de la ducha, se visten y Aidan la abraza.

—Mi amor, quisiera dormir contigo un poco, pero debemos empacar, el jefe nos pidió ir al pueblo y revisar el caso de los asesinatos de esta semana -le dice Aidan a su mujer, la cuál estaba acostada en la cama, aún en toalla.

—¿¡Bromeas!? ¡Vámonos de una vez! —se levanta de golpe.

—Mi amor, tranquila, vístete, empaca tus cosas, cena algo y mañana nos vamos —le dice Aidan en tono suave.

—Pero...

—Nada, anda, vete a cambiar —besa su frente, termina de vestirse y va a la cocina, dónde Bam estaba comiendo—. Hola, peludo —saluda a su mascota y esté lo lame cuando se acerca, cayendo arriba de Aidan.

—¡Bam! Es mío, no lo beses —bromea Sheila ya cambiada.

—Celosa —responde Aidan en broma y el perro suelta un bufido.

—Imaginate si llegamos a tener un bebé —Sheila suelta como cana al aire, Aidan se levanta y va donde ella.

—¿Estás embarazada? —pregunta con emoción y preocupación.

—No, bebé, me he estado cuidando —afirma ella, le da un beso corto y va a cenar.

Ambos cenan juntos. Terminan de empacar sus cosas y Aidan las sube al coche, no irían de noche, pero tampoco quería tener prisas.

Al día siguiente, Aidan lleva a su esposa y mascota con él. Al llegar al pueblo, van a una cabaña que Aidan había comprado hace mucho tiempo, la cabaña donde fue su luna de miel por petición de ella.

—¿Lo recuerdas? —sonríe Sheila.

—¿La forma en la que te hice temblar esa noche? Sí, siempre me acuerdo de eso, cada que estoy contigo trato de hacerte sentir y tocarte como aquella noche —sonríe y besa a su esposa.

•Flashback•

—¿Lista, señora Gallagher? —Aidan poco a poco se deshace del vestido de su esposa.

—Lista, señor Lacrosse.

Él sonrió dejando caer el vestido a sus pies. Dió un paso atrás y su miembro punzó en excitación al verla en aquella diminuta lencería negra y de encaje.

—Joder, es que... —pasó su mano por su rostro mientras ella sonreía victoriosa, pues había reaccionado tal cual lo esperaba—. Te ves tan jodidamente hermosa y sexy...

—¿Y qué esperas para ver lo hay debajo? —sonrió sugerente y él no perdió tiempo a la hora de besarla con urgencia y desprenderse de ambas prendas.

A su vez, ella desabotonaba los botones de su camisa y en menos de nada los dos estaban desnudos uno frente al otro, acariciando sus cuerpos entre besos húmedos.

En medio de besos y tropezones, él la llevó hasta el sofá de la habitación y la acostó ahí. Siguió besándola, bajando su boca por su mandíbula, cuello y clavícula, deteniéndose en sus pechos. Los besó y mordisqueó suavemente, jugando con su lengua en sus picos erectos.

Pero no se tomó mucho tiempo ahí, su objetivo era otro. Siguió bajando sus besos por su abdomen, deteniéndose en su monte de venus. Alzó la mirada, pidiéndole permiso con esta misma y ella asintió.

Siguió bajando, separando labios con su lengua, ella gimió arqueando la espalda. Él sigue dándole leves lengüetazos, saboreando sus jugos mientras ella seguía gimoteando, enredando sus dedos en su cabello.

Su cuerpo tiembla en placer, hasta que un fuerte espasmo la recorre cuando alcanza el clímax, gimoteando el nombre de su esposo.

Él sonrió satisfecho y siguió lamiendo sus jugos hasta no desperdiciar ni una gota. Se incorporó y volvió a los labios de su esposa, quien saboreaba su propio sabor en su boca.

—Te devolveré el favor —sonrío sobre sus labios y lo empujó suavemente para sentarlo en el sofá.

Se subió a horcadas sobre él y besó su cuello, bajando por su abdomen hasta detenerse en su potente erección y quedar de rodillas ante él. Su saliva se alivianó al ver las venas de su miembro marcadas y el glande rosado e hinchado.

Empezó dejándole pequeños besos en la punta, provocando leves gemidos roncos por parte de él. Lamió toda su longitud, jugueteando con su lengua en la punta y dándole leves mordidas en la misma.

Él movió levemente sus caderas, buscando entrar bien en su boca, ella decidió dejar de hacerlo sufrir y lo metió, soltó una leve arcada al sentirlo en su garganta y él intentó sacarlo, pero ella le dió una fuerte succión.

Movió su cabeza por su miembro y lo metió hasta donde pudo, acariciando lo que sobraba con su mano, apretándole. Él daba leves estocadas en su boca mientras ella seguía dándole succiones y leves mordidas mientras él solo podía gemir.

—Bebé, me voy a correr... Sácalo —gimotea queriendo sacarlo, pero ella le da otra fuerte succión en respuesta.

Siguió moviéndose hasta que sintió una tibieza deslizarse por su garganta. Lo sacó y sonrió victoriosa, relamiéndose la comisura de sus labios mientras se incorporaba. Él sonrió ante lo excitante que le pareció la vista, la tomó de la mano y jaló de ella hasta sentarla nuevamente en su regazo.

Ella jadeó al sentir su erección presionarse contra su entrada. Él la tomó de las caderas y se preparó para entrar, ella bajó, envolviendo su longitud, dejándolo entrar y ambos jadearon.

Ella empezó a mover sus caderas de arriba a abajo, lento y suave, él mantuvo sus manos firmes en sus caderas, guiando sus movimientos, volviéndolos más rápidos y fuertes. Ella gimoteó sosteniéndose de sus hombros, dejándose guiar por él.

Ambos gemían mientras ella le daba fuertes sentones y él movía sus caderas dándole fuertes estocadas, perdidos completamente en el placer que se daban mutuamente. Los minutos pasaron hasta que ambos alcanzaron el segundo orgasmo de la noche, dándose besos suaves, pero deseosos por más.

Él la cargó y la llevó hasta la cama, besándola mientras se colocaba encima de ella, dándole paso a otro round.

•Fin del flashback•

—¿Recuerdos cuánto tiempo duré sin caminar? —menciona ella.

—Mucho, mi amor, no paramos toda la noche. En fin, bonita ¿Llevas a Bam al patio? Yo iré a traer las maletas

—Me ofende, me cambias el tema para que no se levante, pero está bien, te ayudo —ofrece la mujer.

—No mi amor, tranquila, solo son pocas cosas, y sí, si se levanta no acabamos nunca —asiente y le da un beso corto, sale de la casa y empieza a bajar las maletas.

—¿Ocupas ayuda, mi amor? —pregunta Sheila terminando de acomodar las cosas.

—Solo falta tu bolso, amor, ya lo traigo

—No, no, yo voy, Bam me volverá loca con sus ladridos —bromea ella—. Además ¿Que dirán de ti si te ven con un bolso?

—Que amo a mi mujer, ¿qué más pueden decir?

—No, bebé, voy yo y... —Bam empieza a ladrar—. ¡Bam, basta! —suspira hastiada.

-Mi amor, ve, yo lo calmo -afirma Aidan.

Sheila va por su bolso, pero se queda unos minutos ahí, pensando en que hacer y en si decirle la verdad a su esposo o no.

Respinga del susto cuando un hombre toca la ventana.

—¡Por Dios! Amor, no me hagas eso —suspira.

—Perdón, bonita, estaba preocupado, llevas casi una hora —Aidan la mira con preocupación.

—Tranquilo, estoy bien, amor. ¿Vamos a pasear?

—Ojalá pudiera, mi amor, pero estamos aquí por una razón, así que, no creo que podamos por ahora, pero tranquila, prometo que daremos la vuelta por el pueblo cada fin de semana —afirma él a su mujer.

—Gracias mi amor, vamos a casa —le sonríe y terminan de desempacar.

Así pasaron el día, acomodando y tratando de ver qué conección tenía cada una de las víctimas, pero algo le decía a la joven chica que, no siguieran investigando, las sombras que empezó a ver desde que llegaron la empezaban a atormentar, las voces, su destino, la sangre que corría por sus venas, su hijo, todo le decía "¡NO SIGAS INVESTIGANDO!" "¡PARA!" "¡TERMINARÁS IGUAL!" todo le decía a gritos que no siguiera.

Los ladridos de Bam la tenían tensa aún, él no solía ladrar así como así, a menos que algo no estuviera bien... Hizo caso omiso y siguió investigando junto al sheriff, su esposo y el equipo especialista en el tema.