La capital por la noche, bulliciosa y llena de tráfico.
Innumerables luces parpadeaban desde hogares lejanos y dispersos.
En las calles, las luces de neón centelleaban sin cesar.
Siempre mostraban la prosperidad de la ciudad.
Inicios de primavera.
La nieve comenzó a caer en la capital una vez más.
Inesperadamente, esta podría ser la última nevada de la primavera.
Después de esto, la vida despertaría, y el hielo y la nieve se derretirían.
Julio Reed estaba sentado frente a la televisión, mirando el programa sin interés.
Mientras tanto, aquellas mujeres se agrupaban como hermanas íntimas, comiendo y riendo unas con otras.
Nelson cocinaba personalmente, ganándose los elogios de todos.
Bebían vino tinto y el aire se llenaba con sus risas alegres.
Itai Huntington también se recuperaba de su desánimo, su rostro adornado con una sonrisa.
—¡Suspiro! —Julio observaba el tazón de arroz, un paquete de verduras encurtidas y un par de palillos frente a él.
No tenía apetito.