La noche estaba profunda y tranquila.
En la Calle Monte Verde, estaba completamente oscuro, ni siquiera podías ver tus dedos frente a tus ojos.
Arriba en el cielo.
Nubes oscuras cubrían la luna, copos de nieve a la deriva caían hacia abajo.
En cada extremo de la calle, había dos personas de pie.
Sin pronunciar una palabra.
Pero el aura de amenaza impregnaba toda la calle.
—Antes de morir, si estás dispuesto a responder una pregunta, puedo permitirte morir con claridad.
El hombre, sosteniendo una caja de armas ocultas en una mano, sacó un cigarro de dentro de su abrigo.
Lo encendió tranquilamente.
En la oscuridad de la noche, el brillo del cigarro era excepcionalmente deslumbrante.
—¡Huh!
Tras una profunda calada, el hombre, con el cigarro pegado a sus labios, habló —He oído que has estado haciendo alboroto en la capital. ¿Quién te respalda?
En la calle completamente oscura donde no podías ver tus manos frente a ti, el punto rojo ardiente del cigarro era lo único visible.
