La espada emergió.
El viento se levantó.
El dragón dorado brilló con la luz del sol.
—¡Pero en la punta de la espada!
Había un sol discreto.
Los dragones gemelos tragaron el sol.
O quizás, eran los dragones gemelos jugando con una perla.
Con la Gran Espada Lanyi de Zhou en mano, Venassa Pine miró indiferentemente a Jasper Leopold.
—Estas personas, deben morir.
—¿Realmente se atreverían a viajar miles de kilómetros, intentando asesinar al Dragón Furioso?
—¿Asociación de Artes Marciales?
—No es más que basura.
—Señorita, viendo que es joven, quiero darle una salida —dijo Jasper Leopold, con las manos detrás de la espalda, habló con plena confianza—. ¡Era un miembro del consejo de la Asociación de Artes Marciales, un puesto de gran estatura e influencia!
—¡Cualquier artista marcial que se encontrara con él se arrodillaría y haría una reverencia profunda!
Y ahora.
—¿Una simple chica amamantada proclamando que quería duelo con él?
