—Protege a la señorita...
Jin Gang pronunció estas palabras casi en la desesperación.
El lado de su coche fue aplastado completamente por un árbol, una pierna atrapada en los restos, incapaz de liberarse.
Y esos cinco guardaespaldas detrás de él o tenían heridas o fueron severamente heridos por el impacto reciente.
No tenían ni tubos de acero para defenderse.
Solo podían confiar en sus manos desnudas.
No bien habían escapado de las fauces del tigre cuando entraron en la guarida del lobo.
Itai Huntington observaba cómo los Guerreros Sombra se acercaban cada vez más, su corazón hundiéndose aún más en la desesperación.
—Cielo, ¿por qué me diste esperanza, solo para conducirme a la desesperación? Hace años, me expulsaste de mi familia, obligándome a trabajar en Ciudad González, y ahora, justo cuando veía una esperanza de volver a mi gente, ¡la destruyes despiadadamente! ¿Por qué!
—Zumbido.
Lo que le respondió fue el sonido de una caja de armas ocultas.