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—¡Zum!
La puerta de la Sala del Dragón Azul se cerró de un portazo.
El sonido del cierre de la puerta era como la campana de la muerte del Segador Macabro.
—¡Hizo que los tres temblaran de miedo!
Osby Michael ahora estaba completamente ciego, incapaz para siempre de volver a ver la luz.
Se arrodilló en el suelo, levantando las manos altas, pero temblaba con incertidumbre.
Sus ojos, sus ojos ya no estaban.
El mundo estaba completamente oscuro.
El dolor desgarrador le hizo apretar los dientes con un sonido crujiente, pero no sabía qué hacer.
Solo podía esperar a que el dolor se extendiera por todo su cuerpo, o a que sus compañeros vinieran a rescatarlo.
Osby Michael no se atrevía a respirar fuerte porque la oscuridad ante sus ojos significaba que solo podía juzgar la ubicación de Julio Reed por el sonido.
—¡Tú! ¿Qué vas a hacer? —Al ver el estado crítico de Osby Michael, Houston Green y Dimitri Leopold estaban completamente aterrorizados.