—¿Tú, seguro? —preguntó cuando Itai Huntington hizo esta pregunta, su mirada se desplazó lentamente hacia Julio Reed.
Ella tenía muy claro que este asunto tenía que contar con la aprobación de Julio Reed.
De lo contrario, todo sería en vano y también ofendería a un aliado potencial.
Itai Huntington, versada en las reglas del campo de batalla comercial, no permitiría absolutamente que Bran Cook usurpara la posición de Quella Radcliffe y dominara solo.
En ese caso, su posición como presidente sería inestable; necesitaba que dos fuerzas se contrarrestaran entre sí.
Pero tampoco quería que Quella Radcliffe se convirtiera en su competidora directa.
La sugerencia de Julio Reed para que ella tomara el rol de presidente la había alertado sobre sus intenciones.
Si fuera Quella Radcliffe, no podría intimidar a esos viejos astutos en Ciudad Gonzalez.
Era Itai Huntington quien, con su fuerza substancial y su temible reputación, apenas podía mantenerlos a raya.